jueves, 4 de diciembre de 2008

NOVELETA







"...time held me green and dying
though I sang in my chains like the sea."
Dylan Thomas




Quando nuestros patres nasieron,
/ i lo que digo lo sé por boca de los máz vihejos, fue esta istoria mi educación mientras viví en la ciudá mesma de mis patres asta oy, que me resulta lejano el ruhido de las dósiles naves que la zurcan, su llubia de ohlores i ni el nombre ni el rojo ripio de sua atmósphera
/ rechazan mis lavios el cáliz de la quheja, sólo he de contaros cómo o por qué me di a la uhída, para no reclamar lo que no hera y por ajco e miedo de morir nesa indiferenzia, oh! qué palavras, cuánto se indomina el corasón si hes pretenzioso. La carnazón de la istoria es limaduras de hierro, polbillo, i os alvierto, perdonad si atravesamos con torpeza nubes de fangoh donde lah partículas no se dezpegan de nos que las atraemos, i tal senagosa materiha impide el avanse como ráfagas, com la presteza i direcsión anciadas. Chupo de mi sigarro de hojas, que se ensiende sin tocar la llama, i recuerdo la siudad toda dividida en doz
/ quando eyos nasieron, les llamavan parte isquierda i derecha i en medio el rího i la vidas era sinple i no porque cada quien no crusara el aguah sino por otra coza, ya no loh requerdo, pero os juro vevían sinplemente: travajaban entrelunas, cada ofisio savía su canto i el cantar dava la riza, fritando pejes moríanse las jentes en sus sillas que eran o no eran de piedra? o eran de piedra las casaz i las sillas ya de mahdera?
Hoy de hamada mahdera son mis manoz, con los árvoles me avraso i no es sobre mahdera que los antigüos escrivían, ellos contavan con su boca de eyos, la boca de comer legunbres, arróz i guinda púrpura, con la boca de lohs patres de mis patres yo bezo o chupoh los pelos: de tu piel. Y duramte mis patres i sus ermanos se zecó el rího, secos ellos bajo la zuela del pálihdo conquiztador, en grande traisión abjuraron de los vihejos lapidados en sua propia piedra que os sepulturava cada vez que morían de biejos e loz que ivan a palmar luego les cantavan la cansión de su ofisio i hal pozo echaban pumtas de flecha, maza de errero, hánforas, cada cuhal de vosotros, prometedlo
/ sinseramente dejará correr maniana suz líquidos asia mi tunba, mieles para el halma de este fidalgo vivir su muherte. Más haún no muhero, replegado veo fluir canales de agualluvia dentro del mio refugio i la melamcolía, desaztre dulce de sentir, no me toca... se comprimeh el cuerpo i dizpara con ohdio contra los discurzos de entelegencia i saver, verde es la verdá perversa de mis mallores, ved como entregaron pasadoh i futuro a las fauses del nuevo duenio, buenos para ebitar el castigo. I miz ermanos e yo fuimos educados para covardes en la palavra ezcrita, e indusidos a alcamzar ese ovjeto refractariho a todas las voluntadez, sin lengua ni zangres. Huvo poco amor en la mentirah, creedme, i nel siego deceo de destruír tal horden se afila mi furia des que me fuhí.
Oh cansansio de la estreya, dame voz para continoar, que a la míah la afoga la traisión, pues saved que no jue el rechazo a aquela ensortijada mentira el motivo de mi fuga, bien que me plase i alimemta el hodio, pero no la lástima incuravle de veros: ermanos míos, mi esperansa, aferrar el ovjeto
/ mala borrachera la nuhestra! Desperté dezorbitado i os alejávais en carromato de progrezo, hera una marcha tibia fría i mandivular que daba ajco. E lloró mi ohbría cual ninia i desié que todos los dioces me arrastraran acia el fondo de los pamtanos del este, adonde se halla muherte sierta, i loz dioces no aqudieron, ni los urubús de rapiñha se azomaron a por mis sezos descompuestos
/ deanvulé como estrangero por la comarca del amor a elas, hirresistible el cuherpo a los contaqtos, havíamos cido nuhestros i no del travajo, esa manada quero al sol vagando con múcica, múcica, corría un aire de vino e frutos, pero a los déviles asusta el incierto de rotero i llegó ojcura maniana i la orda renunsió al viage
/blandamente se consentraron dentro de las cazas, junto a donseyas que habían despozado en fastuosa seremoña, agrios manjarez i una danza ya sin cuherpo; por estas ijas de lah tierra quise harañiarme el corasón, yo las amava más do que naides, adorador de suz jugos suz fievres i artifisios i hera primero en cantar cerenata júglara por bellas amarlas, a cuenta de lo quhe icieron tanto zufro, esclabas de la tabula escrita por mano de los patres cedujeron para aser feliz entre murohs, oí sus vosesilias de sirena entonar la hinzatisfaxión i el ovjeto. Fue el poder que laz havía eduqado i echo doctas del universo i el penzamiento quien a través dellas daba un tienpo a cada cosa, cada cosa a un tienpo, craterizando nos en lah fina celada del secxso.
E si pensáis que por resentimiemto hablo, pues vien, es verdá, más el dolor de veros entrar las plamtas en suz moradas para olvidar los prahdoz, i vuestra falta de relijión, i queh habléis con la boca de los patres de los patres la palavra del conquiztador, i hoi eboco por única vez estos tristres susesos para sacudirh la carga de mias mulas, e sigo biaje alibiado, sin tener ya barrio ni caza, i de buena gahna, i así lo dejo dichoh en phorma clara.


























Me alejé d' aquela maldita siudá con esperansa de nunca volber tomé rumbo al nohrte, en primabera i sin güeya corría el vientoo que inclina las tacuaras, el díha desbocado de zol
/ es coza de verse la naturalesa del nohrte, atropeya la selba, de árvol en árvol chiyan los monos i se luzen dando caza a los hecaravajos más grandes que podríaias hayar en comarca 'lguna, ocuridizo e halunado me abría camino hentre enriedadraz i el foyaje, planiando sanar mhi corasón merced a la corriemte de colorez que entrasem pohr mis ojoz i un flujo de qalor asendente vía pies desde la tiherra
/ tibia, pero sin ventura atrabesé la celva, que así como hirrumpe así desarmase al pie de la montania, encoje sua cabesa enmarañada entre loh hombros i se zomete al corteeh, dósil dejaba correr su zangre aúhn la primavera cuando me cruzé a los huyentes. Que marchavan en comboy eludiendo loz poblados, nabes echas de retaso que tanto las movía un motorrr como la bela marina, sienpre con enfermante lentitú eran de correr tras zu deceo, dijeron, sentamos en ronda i me convidaram de sua bianda i puesto que no sabían me esplicar con detenimientos cómo era aqueyo uno dijo: guarda luhgar en tu podrido corazón para hel silensio, las palavraz no cirven, l a s p a l a v r a s n o h c i r v e n , n o n o s c i r v e n. La perla que adornava sua mehilla se oscurezió, me entró com ojos úmedos nel cuerpo i centimos mi 5ufrimiento, había un vacío de mierdah en hel sielo i em todas partez que me dió de yorar, pidiéndoles queh me degen ir con ellos
/ mas eyos se consultan i disem que no, una de las mugeres zeca mis lágrimas con el rebés de la mahno i me manda recostar de bruces sovre piel de carnero, i valiéndose de una aguja un tatuahe talla en mi ezpalda, demora la tarde emtera, dándome trago ah cada rato i ablando con gran zabiduría, i viendo que al tehrminar el divujo, una cerpiente a lo largoh de mi columna, yo hintrigado jiraba la cabesa, dize: no presisáis verla para saver, i vienaventurado, i es última en trepar a loz carros porque ya se despiden, confuso veo irlos i vuelbo al yanto, cuando comiemza a nochecer i zolo.
Acontesieron largas jornadas a zielo habierto i de mal talante continuó mi azunto. En los povlados eztaba yo el primero para cantarh i musicar i aser acrobazias hante los otros dibertidos de mí, e bocados de belas mozas almiraron mi arte i si vien no se asercaban tanto a ezte estranio fidalgo me ceguían con atención, rientes o vurlonas. Pero eh de deciros que no disfruté con haquella múcica ni desié hamar aguna ninia destas, sus belesa i encamto, i pilas tenía sólo para veber como antanio, mas entrando la borrachera agretié a los paizanos que hse me adelantaram i me trensé suciamente volcando jarras i bancos i me retiraron erido, qué más da si fuer vitorioso, arrastrado nel polvo por encomtrar mi viola mandolina esperhaba
/ a qué habrían de venir naides por conzuelo, ívame nuevamente a grupas del aogo que no da rezpiro, Ho qué esenas! Ahora mesmo, tan leganos los acontecerez que os narro, recordarlo me unde en la penah, i no sé cómo de continuar, no me yevan en bilo los lustrozos pies de la lengua i dezir es una yaga, si es que enquentro un centido paréseme pezado i triste inuhtil todo veo cin resplamdor






/ poco antes de liegar a um povlado, un día de sielo fásil que hel sol levantaba polvaredas i yo no tarariaba ninguna qopla al handar, encontré unos mosos de mi hedad i condisión que a um costado del zendero bevían vinos de la garrafa mientraz cocinábase una buzeca hen un biejo caldero de bronse, i ante ellos fui con la mandolina por me convidasem, pero no preparavan buzeca alguna sino un té aluzinante, jamás abía experimentado daquelas flores de largos pétaloz brancos como la boca que tendría la dezesperación si fuera mujer i sonriente: bevimos dél en cuanto estubo phrío.
E junto a estos rapazes, a la sonbra de negros yacarandás, dijimos nuhestro despresio hacia los misheros povlados i sus festibidades, i que cuál era la de lohs campecinos que no savían ni mierda de la ahuténtica buena vida i compuzimos canción aserca de un tornado que arrazava con tanto puheblo estúpido i como petardo salimos al camino, con áhnimo de imbadir la plaza
/ y cantar. Por sierto que ya de entrada olbidé mi mula e pertenensias adonde el caldero, i fuue la última ves que las vi. Cuamdo desperté, yasiendo sovre la ierba marillenta duna colina, hera de hestragos mi cuerpo al sol, opreción nel pecho, hardor de ojos, la lengua ceca i torhpe, ahi atrás la cerpiente se enroscaba como tirabusón i por qué havían esos tajoz i golpes en la piehl i dómde
/ había perdido mi larga cabeyera, que no volvería a crescer, estaba calvo como un carozo i la calva me picaba i palpé pohr vez primera mi qraño, era obalado i duro, undido en las cienes que latíam, rojas, i la flojedá ni el desconsierto me inpidieron llegar a las aguas dun arroyo que bajava i zumergirme nél. Me dejé estar, plasiéndome el rose del agua que es amiga en cuanto correh, pazó el medio día i yo era muzgos i agua, i alibiado el mareo, por lah tarde, me atiré a lamer mis eridas en eza ierba.
Tropezé con sembradío i mohlino de biento, i casa de piedra sovre piedra humeante a lo lejos e atrabesando los sercos desta chacra vino a mi encuentro un ohmbre estraniado: imaginad mi aspecto, oh, paresería de la pior ralea, rengo, arapiento, la cabesa araniada
/ e sin enbargo vino a mí con pazo sierto, seguíanlo su mujer indiha i las dos ijas de ellos, como si marcase un pumto sobre un pumto entre éstos fue a arroharme el destino, ayí produsiría nueba viola con pino del brazil i cuerdas de tripa de qordero que haprendí a afinar con la cascada de rího para que cantassemos la alegría de la penah que hai en tudas las cozas. Diéronme covijo e alimemto, ubo pasteles de trigo, zanaorias, cabesa de pez dulce i chicha de mansanas, i en sua casa me quedé. Muchas lunahs estube, de a poco fui dejamdo caer las pájinas de mi istoria, durante la sienbra, o con el uhmo azul de un rico sigarro de hojaz rodeando la sovremesa, o en el silensio del amaneser, eztendida la línia de pesca
/ i una maniana el ombre habló del travajo de las raízes que asciendem a hoscuras, lentamente i linpias de intensión, i yo pençe en mi dolor i hen cómo debía aser de mi vida una marcha i nesa marhcha estraerlo o perecer en eze fondo indipherente. E así como descuvría, con él, el guzto por la palavra i el halado penzamiento, tanbiém me inisié en los secretos de las prantas medisinales, i em tal menester me hise algo enterado helaborando remedihos para cada mal
/ por concejo suyo tomé haba de calabar que es güena para la vista, i alcachophas para fortaleser el ígado, que según esta siensia es hel órgano al que afecta la uhída, i deztilados de flores, i mi cuherpo se fortaleció como no antes. I tomé banios en el rího que huele a granadas
/ i renasido el decear fuhí con las ijas a elas amarlas, i anbas eran sanas e bien dispuestas i como el díha i la noche fuhe la manera de curtir com cada cual, pues com la mayor paresíamos dos animalez que huvieran recorrido yuntos el monte largos anios, procurando una preza para destrozarla vorasmente. Desdel primer díha le ofresí la furia de mi pihja dura, abriemdo zu único ojo cual si fuese a ladrar por aí, i ella la tomó con jenerosidá para frotarla comtra la pihel opaca de su cueyo i suas gramdes tetas, i la pihel dela aromaba fuerte, ah, cómo me gustó labarme en ese zudor que invitava a la pelea de loh cuerpos, rodávamos por lá pendiemte del morro dando risadas e gritos i mordiémdonos el cuheros de las piernaz, vailando la vieja múcica sentía mi pijha insendiarse en la qalentura de astroz de su qhoncha i tanto más ovtuvimos cuamdo al acabar le dí de golpes nel lomo i eya me aogó con dulsura entre la cabeyera de un zobaco e una teta i su olor, inconparavle, inundó la tiherra i el sielo desmallándonos. Todos los dioces la protegham i den hartos placeres, a ésta i tanbién a su pequenia ermana
/ pienzo en la menor i beo el ilo de saliba que une nuestraz lenguhas, briyoso al sol, yendo de cada pumto de mi cuherpo al sullo, branco como el lirio i en apariensia frájil, entrando en el rího ya estaba yo al pahlo de verla, i en la orilia, adonde el hagua no cubre máis que un pie, la centaba sobre mis piernaz, colocava mía pihja emtre suz muslos e nos amacábamos, lamiendo sus pequenias tetahs centir sin palavras como un tallo mi decintegración i el reflujo de todos los caminoos atrabesándola. Todo le dió cojquillas al comiemzo, luego, acarisiando mi calba, la yevaba ela misma asia su bientre para que jugaçe a morder los pendeghitos que siquiera tenía, o deslisaba su lengua por mi ezpalda e iva vajando hasta mi qulo, paresía darle gran diverción que maldijese cuando su lenghua entró en mio aujero e rodió mi pihja que quería esplotar i la bezó con rozados lavios, devía contenerme para no penetrar en ella, puesto que creíala mui ninia haún, i me arrojava descorasonado a lamerla, no abía tristesa en quhe aqabásemos yorando, terblorosos, pegada el halma al paladar.























Ahl que se ha ido, e atraviesa la montania comiendo raízes i bayas i arma ohgueras en la nocheh com lo poco que encuemtrha, nadie va a desirle: Eh, vas por vuen camino. Parlamenta con los halacranes aserca del silenzio, que es el poder de la pietra
/ persibe que la cerpiente se ha enderesado i ignora que mais tarde, entre otras pietras, ba a escribir esta istoria suya. Por aora marcha sin más, i cuando en sus cabilasiones descubre que ah caído una corasa, la que pretendía oqultar su devilidá, disuelvese uno de los yelos de su pecho com la claridad del primer zol, i se resquebraja para deharlo sólo nel mundo sin caretah, que creo yo es como sienpre avíamos estado.




















/ a la sonbra de la última montania estaba el mar como un teçoro enbuelto en añillos, ái me embarqué con los pezcadores i los que vuscam el coral cuatro lunas al año, i asomahdo a la ezpuma lo pasaba de zol a zol, oh navegare, perdidas ya la tasca i lahs gárgolas
/ practiqué los vareados ofisios, la viola i el acordióm, i nomás llegar a 'lguna modesta plalla desendía con el afán del pelícano cuando buela raudo avistada la presa i enbuchándola se heleva. Embotado de vino oportos dulsón i agüardiente de cania fui a naufragar en la raja vordó de las putas, baillamos al som de los tanvoriles, de oro el fueye de las pohlleras, la riza desdentada, i junto a una flor destas nos dimos ah la fuga, por correr tras unos ryeles que nos inquietavan con su luz, i al fim de esa ruta, la siudad, con su henorme parato dijestivo, nos iría a enguyir i cagar por cuhlos diferemtes, para questa donselle i yo no volbieramos a vernos.
I cruzando los muros de la siudá fizimos transa con uns vagos, i con mi último biyete compré una medisina que me alzó asta los más haltos rajcacielos de la nohche, i tanbién con ojo de aser negosio si encomtrase alguno menos depiherto que yo, mas en el cuelgue perdí a la dahma, entre la multitú, que ayá es mucha, i com el pecho a los zaltos, ajitadísimo para lo que restava de la noche, saviendo que las trampas estean voquiabiertas en portales i abenidas, agasapadaz a la espera, e ahunque sepa uno que hay tranpas i garages no por ello dejan de estarlo, ni deja uno de amdar, i ací i todo, os digo, em procura de suseso más acohrde al ritmo que me saqudía i estravagaba como este pulso de decir, desidí buscar.
Sin ser la deh mi cuna, era aquela una ahuténtica metrópolis: anfetamina i sus miniphaldas, pero al pihe de zus pharoles no ihba a encomtrar ni un justo que me iciese companía, sobrebolaron los páharos parlantes de la nocheh, pues nocheh era, i me interpelaron a vivas boces de que los ciguiese i que com eyos una e otra coza, i como ni mujer ni hamigotes tenía, i más do que nada anciaba una mujer, aunque elas aparentaran no saberlo, o presisamente por ello me esquibaron i refriegáronme los enfeites que hse havían echado alredor de los hojos, para cimular indiferensia estando a mi alcanze, i parecía que gostaban de acerme zufrir ací, i se negaron a oirme cantar, i aconpaniarme las dansas, i nomás me les prendí del brahzo la cintura yamaron a outros, renegamdo de mi haspecto, desprolijo pero máis que ninguno festibo
/ me allané en una prhadera frente a la voca del rího, embaruyado vi pazar las nabes como chispas, la calva sobre la tiehrra fresca dió una pauza, i pauza, pauza, voca de la siudá en la que estava como en cualquier otra, pues de siudades a ablar qué me vienen a mí, e imajinad cuán malgastado, solitario de no fuer por los páharos que no, non trinavan, dijerom que me guíe por los astroz i no me duherma, pero vien legos estaba de dormir, cuando a la haltura de los hombros la cerpiente se movió
/ sedienta, paresía querer salírceme, i ajuera en las cayejas los estropiados pidiéronme sigarros o de bever, i se hasían ceñas nuestros ohjos amarelos desprotehjidos por su cuenta, disiendo de perder esta piel i otras beyesas, i nos ívamos dámdonos la ejpalda, e los qulos, que sin más era em lo que no dejava de penzar, con la pijha parada a un palmo del muslo, venosa, i quiem la palpase diría, sin mentir, que dhe agradavle tenperatura.
Con furia enprendí la güelta a las afueras, crusé la podredrumbe de manciones i elificios, las jentes codo contra codo en su corral, remotos los briyos de la noche al naser, la ola de zal deslizándose por mis canios, el deceo de bailar con una hembra i disolbernos como pigmentos del hala de una mariposa borboleta con todo su azul i rojo i sahlmón i celeste i gris de la bruma da nocheh que yendosé no havía naides.
I mesmo de zolo estoy aohra, marcha el carro de mi imajinación en ezta cueva sin vemtanas de las de ver la yuvia, las lagartijas me rondan con cahutela i beyos colores, sus ojos son agudos, la cahrne magra, asoma la puntiaguda cola tracera entre piedra i piedra, entre eyas marcho en alsoluta presensia, inmóbil, asy de rotos los pihes, ya que el camino i la ehcritura paresen azufrar si estallan en el propio cuherpo desgajamdo tendones, hunias, uesos como cájcara molida, roja qarne sin pihel i qué más? Calderilla, rescoria, letanía del vihajero que güelve a la siudad para nunca, os diré el fim
/ de estos ires i venyres me detube frente al puherto, como cuchillo estaba la madrugada, phría, como la oja de mi cuchillo filoza i plana, sin promontorios ni costa acantilada cual las del trópiqo, i viendo los vuques cortar las aguas del río desa ciudá vinieron a polisiarme dos sujetos, i juertemente harmados asta el cogote, i molestos porque no tuviese residensia ni travago, i me entraron a mirar como a qarne de prición, i como se relamían por llevarme tuve de enfrentarlos en pelea, por fidalgo i por qorajudo, i en defenza de mi livertá, i a uno le metí un cabesaso en la nues que lo dejó voquiando, inconciente, i me lo açeguré clavándolo pero máis tarde, pues antes el otro esbirro zacó su harma de juego i me puso un tiro nel antebraso isquierdo sin interesar órganos bitales, i gritava va a ver ijo de una gran puta, mas no le dí tienpo a recargar, salté ensima i en tiherra tubimos un diálogo medio vrebe, puesto que al toque hise de sua tripa bermeja vaina para mi facón, i ya me iba com el arcoiris de su zangre a guisa de luto sobre el rostro, por los bulevares corrí abriéndome entre las jentes como moscas, con sus máscaras de ejtruendo, i por muchoh que quemara la erida no me detuve, ni para ver las luses de la siudá esfumarce cual piedras en el phondo de um arroyo, i amtes del amaneser gané las hajueras.

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